Si hemos escogido este peñazo de subproducto que, afortunadamente, con dificultad supera la hora de duración es, básicamente, para agradecer a los chicos de La hora chanante el título de esta sección. Porque Yo fui un cavernícola adolescente podría pasar a engrosar sin problemas la lista de esas cintas viejunas que Reyes remonta y redobla para, dándoles un nuevo argumento, acabar paradójicamente descubriendo la verdadera esencia del producto manipulado.
De hecho, y viendo esta producción de 1958 destinada a los autocines yanquis, se puede comprobar que el cut and paste de Retrospect (y su heredero Mundo viejuno, en Muchachada Nui) no es, en el fondo, una operación de cirugía tan radical. La cinta de Corman, ya solita, se encarga de descubrirnos el lado más dadaísta del montaje con no pocos planos que parecen colocados el uno junto al otro de manera puramente azarosa. Esta aventurilla de un joven cavernícola, que desafía las leyes de la tribu para explorar las misteriosas tierras que se extienden más allá del río, lleva impresa en sus imágenes la propia costura de su producción barata: numerosas escenas son simple relleno que irrumpen en la línea argumental para ni tan siquiera entorpecerla. Son una simple interrupción a base de planos rodados que, con la intención de amortizar la operación y llegar al metraje estándar, tenían que entrar sí o sí.
Por otro lado, hay imágenes que parecen rodadas desde la más pura improvisación (no creativa): filmemos a esta jamona cavernícola dándose un baño y luego ya veremos dónde lo ponemos. Porque, naturalmente, ponerse se ponen, aunque las imágenes no guarden ningún tipo de continuidad (ni en las miradas, ni en la fotografía, ni en la iluminación...) con los insertos de nuestro protagonista caracartón observando libidinosamente a la mozalbeta.
Yo fui un cavernícola adolescente, por tanto, ya lleva de serie su montaje chorra aunque, a diferencia del citado Mundo viejuno, carece de toda mesura y es capaz de convertir sus 65 minutos de duración en un verdadero suplicio. Aunque, ciertamente, no es todo culpa de sus responsables, sino de esa operación de descontextualización que, auspiciada por los intelectuales del frikismo, traslada el film de los drive-in a la pantalla de casa. Yo fui un cavernícola adolescente, como muchas de las producciones de AIP realizadas por esa época, está pensada ya desde sus inicios como producto de relleno, como parte de un programa doble que ha de servir de excusa para llevarse a la pareja al cine y aprovechar la cómoda (?) intimidad de los asientos del coche para explorar anatomías ajenas. En nuestro Home Cinema, sin embargo, la cosa adquiere un protagonismo que no pretende y, desde luego, no anima a ningún tipo de toqueteo propio o ajeno.
Sin embargo, le reconoceremos a Yo fui un cavernícola adolescente su inusual defensa de la tan temida juventud. A finales de los cincuenta, Hollywood aprovechaba el "tema candente" de las nuevas generaciones rebeldes para hacer unos durillos. Con mayor (Rebelde sin causa, Salvaje) o menor fortuna artística, la figura del joven era habitualmente presentado como problemáticamente violenta. La cinta de Corman, en cambio, insiste (hasta el hastío, todo hay que decirlo) en presentar a un jovenzuelo (bueno, a un Robert Vaughn que parece un agente de seguros vestido con taparrabos) poniendo en entredicho los preceptos conservadores y belicistas de la tribu. Él se convertirá en el guía de una nueva era que, en otras tierras, descubrirá caza abundante (por lo que vemos, unos ciervos disecados) y difundirá, diez años antes del flower power, un mensaje de paz y concordia. Curioso, cuanto menos.
Finalmente, conviene denunciar el cinismo del editor del DVD (DeAPlaneta/SAV), que nos vende su producto como un máster restaurado y como "un clásico del terror". Si lo primero es mentira (no se respeta el formato y algunos personajes desaparecen en los bordes laterales del plano), lo segundo solo puede sonar a cachondeo. Este tipo de jugadas que pretenden aprovechar el tirón de lo freak no parten, por lo menos en este caso, de ningún respeto hacia el material con el que se trabaja y, sobre todo, no respetan la inteligencia del consumidor. Solo así se entiende que la sinopsis escrita en la carátula desvele mucho más de lo que debe y arruine lo único interesante de un casi-largometraje que, bien recortadito, podría haber pasado honrosamente como una de las historias de la mítica serie televisiva The Twilight Zone.
DVD prestado por la Bibilioteca Sagrada Familia.
jueves, 5 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario