tag:blogger.com,1999:blog-66099694755154753852024-03-14T11:48:19.395+01:00El Doctor MalignoTodo sobre la basurilla (y alguna que otra joya) que llega semanalmente a nuestras carteleras.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.comBlogger141125tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-66449330046298026732010-03-25T17:17:00.007+01:002010-03-26T11:58:32.515+01:00Los hombres que miran fijamente a las cabras<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6yRTxyhXYI/AAAAAAAAAfI/6I-91QvLE9I/s1600/menwhostare.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 253px; height: 170px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6yRTxyhXYI/AAAAAAAAAfI/6I-91QvLE9I/s200/menwhostare.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5452893017807609218" border="0" /></a>George Clooney actúa a veces como el listillo de la clase, ese tipo arrogante que se sabe el ojito derecho del profe y que, por ello, se permite hacer lo que en otros sería causa de castigo (p.e.: escribir cien veces en la pizarra "no iré por ahí haciendo el idiota"). Sí, Clooney puede ser idiota y nadie le toserá la tontada, sobre todo si, como es el caso de <span style="font-style: italic;">Los hombres que miran fijamente a las cabras</span>, se lleva consigo a otros amigotes aficionados a disculpar su gusto por la juerga borrica con aquello tan irritante de "la autoironía" y el distanciamiento que implica "la mirada intelectual". Así, con ponerle unas gotitas de sarcasmo cultureta y rodarla con un mínimo de dignidad estética, consiguen vendernos como oro la misma mierda que en el fondo facturan los hermanos Wayans y otros estandartes de la comedia chusca. Eso sí, las parodias cinéfilas de los Wayans piensan en, ehem, la diversión de espectador, mientras que <span style="font-style: italic;">Los hombres que miran fijamente a las cabras</span> piensa en la (auto)diversión de esta <span style="font-style: italic;">gauche divine</span> hollywoodiense (solo faltan los Coen), que ha ido creando una peligrosa endogamia de la cual, como ocurre con las casas reales, únicamente pueden salir hijos cortitos.<br /><br />Claro, es que es muy diferente reunirse en la barra de un bar con unas birras y parir una comedia (ey, ¿y si ponemos a la tetuda de la Pamela Anderson?) que quedar alrededor de un plato de sushi y hacer lo mismo, pero sustituyendo a las pibas por unas cuantas imágenes del cretino de Bush. Sin una intención clara más allá de lo facilón, tanto una como otra táctica darán los mismos resultados: una idiotez. Lo que pasa es que poner a la tetuda de la Anderson está intelectualmente peor visto.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Los hombres que miran fijamente a las cabras</span> no sabe contra qué dispara y, claro, en algún momento da en el blanco. La idea de una organización secreta del ejército norteamericano dedicada a desarrollar técnicas de combate psicológico-pacifistas tiene su qué, pero se hunde en su propia absurdidad. Sin una mesurada combinación de sus elementos, la crítica, por un lado, se vuelve soezmente obvia, y el surrealismo de las situaciones, por el otro, pierde todo su componente transgresor. De este modo, la cinta en cuestión no hace la pupita que pretende, más que nada porque se muestra incapaz de trascender el idiotismo de los personajes y dar más carga de profundad a temas-bomba simplemente apuntados, como el infantilismo de la cultura norteamericana (desde los hippies hasta <span style="font-style: italic;">Star Wars</span>), la paranoia extrema como esencia misma de los ejércitos, o la oscura presencia de las grandes corporaciones capitalistas en todo, todo, todo lo que ocurre a nuestros alrededor.<br /><br />Eso sí, uno se imagina a Clooney echándose unas risotadas a costa de Ewan McGregor (convertido literalmente en este film en aprendiz de Jedi). O a Kevin Spacey dando gracias al cielo por haberse cruzado en el camino con un director que le deje campar a sus anchas histriónicas (y, por otro lado, nada graciosas). O a Jeff Bridges, quizás lo único salvable de la función, ufano por volver a desempolvar a Lebowski. Entre todos se montan este sarao de agobiante pedantería, pero insultante nadería. Un sarao que significa un paso más en esa supuesta exploración paralela al <span style="font-style: italic;">amercanus stupidus</span> que Clooney lleva ya varios años realizando, muchas veces alcanzado igual o superiores niveles de estupidez que su objeto de estudio. Aunque eso él y su progre pack, claro está, nunca lo admitirán.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-80700605504086393832010-03-23T10:18:00.009+01:002010-03-23T11:38:41.396+01:00Brothers<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6iZKPhSc1I/AAAAAAAAAfA/N5ED4aV5jNE/s1600-h/Brothers2009-BIG.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 260px; height: 143px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6iZKPhSc1I/AAAAAAAAAfA/N5ED4aV5jNE/s200/Brothers2009-BIG.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5451775750175880018" border="0" /></a>Las vidas de Tobey Maguire y Jack Gyllenhaal están curiosamente conectadas por su parecido físico, hasta el punto que algunos rumores apuntaban a Gyllenhaal como sustituto de Maguire en la saga <span style="font-style: italic;">Spiderman</span>. Era cuestión de tiempo que Hollywood decidiese ponerlos juntos en una pantalla y, además, convertirlos en hermanos, como ocurreen el film... <span style="font-style: italic;">Hermanos</span>. Aunque, la verdad, su consanguinidad en la nueva cinta de Jim Sheridan es bastante accesoria pese a lo contundente del título. Y es que este drama familiar de manual (tan correctito como insulso) bien podría haberse llamado <span style="font-style: italic;">Cuñados</span>, <span style="font-style: italic;">Primos segundos</span> o <span style="font-style: italic;">Tobey se fue a la guerra</span>. Al principio parece, pero solo parece, que la cinta explorará las siempre pantanosas aguas de las relaciones familiares a través de dos hermanos luchando por el amor de la mujer de uno de ellos, pero bien rápidamente Sheridan se aparta de este escabroso escenario (escabroso para los EEUU, no para Europa, que aquí somos más guarretes) y decide explorar las heridas que las recientes guerras están dejando en la sociedad norteamericana.<br /><br />Bueno, eso de "explorar las heridas" le queda un poco grande a este enésimo retrato del soldadito que va a misa antes de viajar a Afganistán. Quizás Sheridan pretenda defender su acercamiento al tema maquillándolo de ese pacifismo políticamente correcto (ya saben: no, aunque en el fondo sí, a la guerra), pero su visión digamos "humanista" se diluye por completo cuando, como apuntábamos, decide aparcar el estudio de personajes para entrelazarlo, hasta diluirlo, con la aventura trágica del protagonista en el frente antitalibán.<br /><br />Vale, vale. Quizás no sea del todo correcto decir que <span style="font-style: italic;">Hermanos</span> se despreocupa de la evolución emocional de los personajes, pero desde luego lo hace con poca garra: si por un lado no quiere entrar a fondo en los lazos que unen a cuñado y cuñada (la soledad, apechugar con una situación que no entienden), tampoco es que Sheridan se luzca cuando aparca a los moritos malos y se centra en la vida de los que viven la ausencia de un ser querido. Porque, y no me dirán que a estas alturas el tópico ya repugna, nuestra familia-de-militar-amante-de-su-país mata las horas haciendo tortitas, arreglando la cocina con la ayuda de un grupo de <span style="font-style: italic;">nerds</span> cerveceros y, claro, yendo a patinar con la niñas. ¿Qué mejor sitio que la pista de hielo para que nuestra Natalie Portman (muy bien en su papel) y nuestro Jack Gyllenhaal (éste, no tan bien) se crucen miraditas de protoamor mientras Tobey Maguire (aquí, pésimo zombie sobreactuado) lucha <span style="font-style: italic;">for the country</span>?<br /><br />La pareja patinadora sucumbe, claro, al calor de la chimenea y fumando un cigarro (¿un porrito, quizás?), que ya se sabe que es la manera de darle un toque adulto y transgresor a cualquier historia actual. En ese momento, y entre calada y calada, el personaje de Portman pretende demostrarle al cuñado que ella no es la tipa distante y disciplinada que parecía ser en el instituto. "Es un tópico", suelta. Y no sabemos si se refiriere a su imagen escolar, a la conversación junto al fuego o a toda la película en su globalidad.<br /><br />Y es que <span style="font-style: italic;">Hermanos</span> es una postal de la América profunda que, precisamente por eso, es incapaz de encontrar algo de verdad en su trama emocional. Aquí, sin duda, la culpa la tiene el director Jim Sheridan, que baja del limbo fabulador y poético de su anterior <span style="font-style: italic;">En América</span> (película, por cierto, muy reivindicable) para poner sus piececitos irlandeses en la tierra firme de las camisas a cuadros, los bares de Moe y las familias cuyos abuelos siempre tienen pinta de Sam Shepard. Y, claro, este es un terreno ajeno al cineasta, que por pura desconexión emocional no tiene más remedio que retratarlo a través del lugar común. A no ser que, en una jugada de perversa mirada crítica, Sheridan venga a decirnos que todo en los EEUU (la familia, la guerra, sus valores) es pura postal, puro espectáculo. Juzguen por ustedes mismos, aunque viendo a tanto talibán de crueldad extrema o la manera perversa de utilizar la imagen de los niños (1), uno tiene la sensación de que Sheridan anda loco por creerse la postalita que filma.<br /><br />(1) Aquí hay tema para rato. Deberíamos empezar a pensar qué nos pasa con la infancia, qué juego perverso nos lleva a sobreprotegerla (ahora resulta que controlar el Facebook a un hijo es ir en contra de su derecho a la intimidad) mientras, por otro lado, utilizamos y manipulamos la imagen de la muchachada de manera absolutamente deplorable. En el caso de <span style="font-style: italic;">Hermanos</span>, ahí tienen a las dos niñitas del soldado, siempre dispuestas a enternecer corazones, mientras que en Afganistán los niños saludan y sonríen a los soldados yanquis, o asisten con cara de susto a las salvajes torturas que cometen sus padres.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-10842186612873313002010-03-23T10:06:00.002+01:002010-03-23T10:10:41.525+01:00Taquilla española del 19 al 21 de marzoClica en la parrilla para ampliarla:<br />Fuente: www.boxoffice.es<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6iFcYeIbqI/AAAAAAAAAe4/EFUhzQLzn74/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 166px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6iFcYeIbqI/AAAAAAAAAe4/EFUhzQLzn74/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5451754071583649442" border="0" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6iFROfAQ2I/AAAAAAAAAew/bHrU3RnQ7Rs/s1600-h/Untitled-1.jpg"><br /></a>ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-34353050287485708162010-03-18T08:07:00.012+01:002010-03-19T19:50:32.860+01:00Shutter Island<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6PGTkRmtQI/AAAAAAAAAeo/PP7sZjgVPVA/s1600-h/shutter-island-001.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 200px; height: 134px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S6PGTkRmtQI/AAAAAAAAAeo/PP7sZjgVPVA/s200/shutter-island-001.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5450418013505762562" border="0" /></a>La parte final de la filmografía de Scorsese es la crónica anunciada de un despiste. Sus últimas películas son un cúmulo de buenas ideas atrapadas entre las arenas movedizas de relatos irregulares, arrítmicos y poco cohesionados que nos obligan a dirigir la mirada hacia el casillero del guionista. Y es que ocupar ese puesto debe imponer lo suyo: Martin es una leyenda en vida, hay que admitirlo, y a ver quién es el guapo con las agallas suficientes como para cogerse una buena pelotera con el maestro (Paul Schrader lo hizo... y a la vista están los resultados) y decirle "no" a sus delirios.<br /><br />La otra solución es, directamente, apostar por el delirio, que es la táctica empleada por Laeta Kalogridis para fabricarle a Scorsese el libreto de <span style="font-style: italic;">Shutter Island</span>. Quizás por eso, sin ser la gran película madura que aún nos debe Marty, el nuevo film del cineasta tiene más claro lo que quiere ser que el resto de sus erráticos títulos anteriores. Y lo que <span style="font-style: italic;">Shutter Island</span> quiere ser no es más que un entretenimiento con la mirada descaradamente puesta en la taquilla, aunque por lo menos guiñándole de vez en cuando el ojillo al cinéfilo más exigente, que se sentirá satisfecho con la eficaz creación de atmósferas enfebrecidas y la evidente apuesta por la estilización de los tópicos del cine de terror más granguiñolesco.<br /><br />Eso sí, no esperen mucho más: la trama supuestamente intrigante sobre la búsqueda de una asesina desaparecida del manicomio es de aquellas que se ve venir a la legua. Y si a Scorese parece importarle un pimiento la construcción argumental de un misterio que enganche, tampoco se muestra demasiado interesado en desarrollar algunos de los elementos colaterales que darían otro lustre al conjunto. Me refiero a esos apuntes, por otro lado livianos y tontorronamente tópicos, en torno a la sombra alargada del nazismo como trauma y como conducta social no extirpada. De este modo, las "reflexiones" sobre la violencia como motor humano se convierten en un elementos efectista más a sumar a lo que por momentos parece un paseo por el Túnel del Terror de cualquier decadente parque de atracciones urbano (y me remito a escenas como la de las celdas piranesianas, donde no faltan brazos que surgen de la oscuridad para asustar al pipiolo de DiCaprio).<br /><br />El pipiolo DiCaprio, por cierto, es para este cronista el otro problema de <span style="font-style: italic;">Shutter Island</span> (y, también, de las últimas obras de Scorsese). Supongo que incluso a Martin le debe costar encontrar financiación en el idiota Hollywood actual, pero no sé si la mejor jugada para conseguirlo es arrejuntarse con el-ídolo-de-las nenas-que-lucha-incesantemente-por-ser-un-actor-adulto. Reconozcamos que el chico lo intenta, pero no ayudan demasiado ni su físico eternamente juvenil ni su tendencia a interpretar los traumas del personaje como si tuviese un ataque de retortijones. Eso sí, el actor es el que más provecho está sacando de esta entente que, a nivel creativo, se mueve a años luz del anterior "matrimonio" Scorsese-DeNiro. Por cierto, Robert DeNiro hace una pequeña colaboración en el film y, aunque parece escapado del rodaje de <span style="font-style: italic;">Frankenstein</span>, llena de <span style="font-style: italic;">savoir faire</span> los pocos minutos de los que dispone.<br /><br />Finalmente una acotación que, quizás, sea producto de la <span style="font-style: italic;">lostmanía</span> que sufre quien esto subscribe: por momentos, <span style="font-style: italic;">Shutter Island</span> me pareció extrañamente conectada con la serie televisiva creada por J.J. Abrams. Aunque, en este caso, Scorsese se ha inspirado solo en las formas de <span style="font-style: italic;">Perdidos</span>, ya que, en los referente al fondo, está lejos de la fuerza simbólica y la energía perturbadora de la teleserie, que sabe jugar más eficazmente con la ambigüedad y las trampas de su argumento. Aún nos queda por ver cómo acabará <span style="font-style: italic;">Perdidos</span>, pero dudo que sus creadores tengan el mal gusto de, como hace Scorsese al final de su película, explicarlo todo todito por si usted, espectador al que por lo visto se presupone tonto, aún no lo había pillado.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-49746019453513349422010-03-16T13:08:00.001+01:002010-03-16T13:11:45.687+01:00Taquilla española del 12 al 14 de marzoClica en la parrilla para ampliarla:<br />Fuente: www.boxoffice.es<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S591NT6wUyI/AAAAAAAAAeA/5XAtsYh8S0Y/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 164px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S591NT6wUyI/AAAAAAAAAeA/5XAtsYh8S0Y/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5449202945687048994" border="0" /></a>ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-17455397055958326902010-03-13T17:34:00.012+01:002010-03-16T18:59:43.074+01:00Avatar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S54N4XGfNNI/AAAAAAAAAdw/jmGBkqyi9Eg/s1600-h/avatar3_int.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 200px; height: 105px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S54N4XGfNNI/AAAAAAAAAdw/jmGBkqyi9Eg/s200/avatar3_int.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5448807861089940690" border="0" /></a>Que James Cameron es un tipo con un gusto pésimo lo demuestra la cancioncilla final de <span style="font-style: italic;">Avatar</span>, capaz de competir en gorgoritismo irritantemente ñoño con la también cameroniana manera de cerrar <span style="font-style: italic;">Titanic</span> (Celine Dion. Perdón por traérsela de nuevo a la memoria, amigo lector). También podría encabezar un eventual museo del kitsch ese bosque que sirve de escenario al film y que se ilumina al pasar, no sé si en un intento de citar a las baldosas de <span style="font-style: italic;">El mago de Oz</span> o (más bien, vistos los resultados) al cutre videoclip de <a href="http://www.youtube.com/watch?v=xwDkoJKPr4g"><span style="font-style: italic;">Billy Jean</span></a>.<br /><br />Y no me negarán que el avatar de Sigourney Weaver es como para formar un dúo cómico (?) con el Jar Jar Binks de <span style="font-style: italic;">Star Wars. Episodio I</span>. Para (los pocos) que aún no han visto lo último de Cameron, les diré que un avatar es como otro yo adaptado a diferentes ecosistemas, pero siempre controlado mentalmente a distancia por su dueño. Como imagino que el director y guionista era consciente de que lo suyo no era el colmo de la originalidad (ahí tienen Second Life haciendo mucho ruido y pocas nueces), pues va y se le ocurre ponerle al avatar de la pobre Weaver una camiseta de la NBA talla XXXXL. Con ello quizás llame la atención pero, desde luego, da al traste con toda la elegante sobriedad machorrona que la actriz ha ido construyendo a lo largo de su trayectoria artística.<br /><br />En fin, que <span style="font-style: italic;">Avatar</span> hace, así de sopetón, un poco de pupa a los ojos (ese dragón con más colorines que la colección de pegatinas de un Fórmula 1), y he de confesarles que, a eso de la hora de metraje, y ante la perspectiva de pasar otra hora y media más ahí metido, me dio un bajón considerable y empecé a meditar seriamente si deseaba seguir aguantando el ecologismo barato de Cameron y su edénica alternativa. Una alternativa, por cierto, que haría empalidecer en peluchismo al universo Ewok que tanto daño ha hecho al cine fantástico y al mundo en general.<br /><br />Pero yo no sabía que el muy listillo de James ya hacía tiempo que me tenía en su manos y que iba a hacer conmigo lo que se le antojase. Y no necesariamente porque la segunda parte del film mejore, sino porque su milimétrica barraca de feria funciona de ese modo: ventilando desde el principio toda su carga de superficialidad (hala, aquí va la "tesis", por si alguien la quiere) y yendo a continuación al tajo. Que no es otro que devolverle a la gran pantalla su capacidad de fascinar y recordarnos su origen circense. Su excepcionalidad, vaya, su condición de realidad paralela a la realidad para lelos que nos toca vivir día a día. Porque ir a ver <span style="font-style: italic;">Avatar</span> es algo más que ir al cine. Se nota en las colas, en la sala de butacas, en los ohhs que se escapan...<br /><br />El mayor logro de <span style="font-style: italic;">Avatar</span> es, por tanto, recuperar sensaciones perdidas, resetear nuestra mirada para que, durante la proyección, nos sintamos como la primera vez que vamos al cine. Y, aunque se nos venda con eso del 3D, conviene apuntar que el profundo impacto del film no procede de su novedad, ni técnica ni narrativa. Procede, precisamente, de la recuperación de unos esquemas míticos y dramáticos muy, muy viejunos pero que, siendo como son difíciles de utilizar bien, parecen desterrados del cine de entretenimiento actual.<br /><br />Por lo que respecta a los aspectos técnicos, y seguramente como consecuencia del autoasumido y orgullosamente defendido "clasicismo" narrativo del producto, <span style="font-style: italic;">Avatar</span> hace menos ostentación de sus novedades hi-tech de lo que uno podría esperar a raíz del ruido publicitario generado entorno a este tema. O, para ser más precisos, no es que <span style="font-style: italic;">Avatar</span> no sea un importante paso técnico. Lo es, pero no se nota. Prestemos atención a, por ejemplo, los Na'vi, criaturas dotadas de una expresividad indiscutible y que rápidamente se humanizan ante nuestros ojos hasta el punto de hacernos olvidar su condición sintética y/o apariencia de Pitufo con sobredosis de hormonas del crecimiento. Menos redondo me parece, como ya he apuntado al principio, el planeta Pandora, al cual le sobran unas cuantas manos de pintura y que, por momentos, atufa un pelín demasiado a escenario de videojuego de Nintendo para niños cienciólogos.<br /><br />Y en cuanto al 3D, pues qué quieren que le diga. Apostaría toda mi fortuna (es la ventaja de no tener fortuna) a que Cameron, cuando se ponía a planificar <span style="font-style: italic;">Avatar</span>, lo hacía clarisimamente con una mirada 2D. Lo cual responde, creo, a dos de la características básicas del cineasta canadiense: su visión comercial y, al hilo de lo dicho unos párrafos antes, su background clásico. Sobre el tema comercial, está claro que el amigo James se plantea <span style="font-style: italic;">Avatar</span> como un escurrebolsillos, y no sería de recibo marcar demasiadas distancias entre la versión 3D y 2D. De este modo, como el film bidimensional no decepciona en cuanto a espectacularidad, actúa como "coche escoba" de los que quieren ver la peli pero les da palo pagar por las gafitas 3D. A la vez, el 2D recupera a fans que, tras la experiencia tridimensional, quieran repetir sin maltratar aún más el bolsillo. Negocio redondo, vaya.<br /><br />Centrémonos ahora en lo del background clásico de Cameron. Es de agradecer que, en las escenas de diálogos, el cineasta no nos maree ni despiste con innecesarias profundidades de campo, pero cuando puede dar rienda suelta a la nueva tecnología, tampoco detecto yo un esfuerzo demasiado estudiado por, disponiendo de nuevos instrumentos, narrar de manera nueva. El 3D puede que ya esté consolidado como sistema (aunque por ahí siguen batallando diferentes estándares de proyección), pero aún ha de pasar, visto <span style="font-style: italic;">Avatar</span>, un tiempo hasta que se consolide como lenguaje. Porque ahí sigue estando el marco rectangular del plano para marcar las fronteras que el 3D pretende saltarse. Y porque Cameron sigue mirando con los ojos de quien cuenta con ese rectángulo para explicar, organizar y dar sentido a las imágenes que rueda. Así, <span style="font-style: italic;">Avatar</span> se estira hacia atrás, pero no consigue trascender los bordes y caminar hacia esa experiencia de surround sensorial que, en principio, es (o debería ser) el signo de identidad del 3D.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-2577092800413092902010-03-12T16:43:00.005+01:002010-03-12T16:59:25.991+01:00Crazy Heart<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S5phfb9FyzI/AAAAAAAAAdo/xV8HdxU4Ld0/s1600-h/5375b736725c35ccfe6d9e758a057d7a.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 250px; height: 168px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S5phfb9FyzI/AAAAAAAAAdo/xV8HdxU4Ld0/s320/5375b736725c35ccfe6d9e758a057d7a.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5447773891965864754" border="0" /></a>Normal. La industria norteamericana del entretenimiento está tan acostumbrada a dar(se) premios que, un día u otro, tenía que equivocarse. Le ha pasado recientemente con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Jeff</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Bridges</span>, a quien, supongo, querían darle un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Grammy</span> y, ¡qué despiste el nuestro!, van y le dan un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">Oscar</span>. Porque sus canciones en directo en la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">peli</span> <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Crazy</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Heart</span></span> bien merecen un galardón. Otra cosa es que su interpretación le haya valido la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">estatuilla</span> al mejor actor del año. Vamos, que el hombre afina, pero en lo que a interpretar a un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">country</span>-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">singer</span> decadente se refiere, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Bridges</span> poco más que nos presenta una versión 2.0 de su inmortal El Nota de <span style="font-style: italic;">El Gran <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">Lebowski</span></span>.<br /><br />De este modo, <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Crazy</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Heart</span></span> viene a certificar una de esas normas no escritas de los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Oscar</span>, según la cual cualquier tipo o tipa que haga algo fuera de su ámbito de trabajo habitual (y, preferiblemente, lo acompañe con un personaje marcado por el desaliño corporal) tiene bastantes números para ganar el premio de la Academia, siempre tan generosa con esta clase de esforzados intérpretes. La película, por cierto, también confirma una sospecha que el que suscribe lleva muchos años madurando: toda película discreta, o <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">directamente</span> mala, que tenga pocas nominaciones pero, entre ellas, a su actor/actriz principal, suele de manera casi infalible darle suerte al intérprete. Hagan memoria: sucedió, por ejemplo, con <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Charlize</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Theron</span> por la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">muy</span> monstruosa <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Monster</span></span>.<br /><br />En definitiva, que creo más rentable comprar la banda sonora de <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Crazy</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Heart</span></span> (detrás está el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">habitualmente</span> infalible T-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Bone</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Burnett</span>), que pasar por taquilla, ya que este <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">dramilla</span> de cantante-que-se-parece-a-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Bukowski</span> es, cuanto menos, de un academicismo tan academicista que deja a este cronista ( siempre en busca de fuego visual) más frío y desencajado que Barcelona tras la nevada-que-nadie-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">preveía</span>. Y es que es todo de un sobado...: carreteras desérticas, habitaciones de motel, tragos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">whisky</span>, resacas y canciones en el porche forman toda una iconografía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">potentemente</span> mítica que, sin embargo, el director <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">debutante</span> consigue despojar de vida hasta pasearse peligrosamente por la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">superficialidad</span> visual de cualquier anuncio del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">Departamento</span> de Turismo de New Mexico (caso de existir tal departamento).<br /><br />Y ya que la historia de amor y redención del protagonista es todo huesos, uno se anima un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">poquillo</span> cuando parece intuir que el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">film</span> engordará retratando los entresijos de la industria musical (en este caso, la muy potente y aquí <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">prácticamente</span> desconocida, escena <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">country</span>). Pero la cinta se limita a enseñarnos un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">representante</span> ruin, despreciable y pesetero (ya ves qué novedad) y desaprovecha el juego que hubiese dado el choque generacional <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">representado</span> por el maestro (<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Bridges</span>) y su pupilo. Un pupilo interpretado, por cierto, por <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Colin</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Farrell</span> con coleta. Es lo máximo que me atrevería a destacar de su trabajo.<br /><br />La maquinaria <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">publicitaria</span> ya hace tiempo que nos viene vendiendo esta <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">peliculilla</span> como la sorpresa del año. Es lo que nos dicen siempre de las producciones <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">baratitas</span> con estrellas dispuestas a cobrar menos para ser más "libres artísticamente". Entiendo, amigos lectores, que les excite el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">morbillo</span> cinéfilo, pero la cosa al final es bastante <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">decepcionante</span>. No obstante, si aún persisten en su intención de verla, he aquí dos razones definitivas que quizás les hagan desistir: sale un niño y una mamá divorciada. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Afortunadamente</span>, no aparece ningún perrillo lanudo y grandote, pero el mal ya está hecho y, al final, lo que prometía ser un trago largo se acaba convirtiendo en un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">caramelete</span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_49">wishky</span>... 0,0% alcohol.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-34081445014778132872010-03-12T16:00:00.000+01:002010-03-12T16:08:35.761+01:00Taquilla española del 05 al 07 de marzoClica en la parrilla para ampliarla:<br />Fuente: www.boxoffice.es<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S5oY8erMi_I/AAAAAAAAAdg/j5DRc1y3Jlg/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 173px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/S5oY8erMi_I/AAAAAAAAAdg/j5DRc1y3Jlg/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5447694126563494898" border="0" /></a>ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-79238494719283506012010-03-12T15:05:00.000+01:002010-03-12T16:09:59.756+01:00<span style="font-weight: bold;font-size:180%;" >Como decíamos ayer...</span>ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-23173880842538904372009-09-08T12:14:00.004+02:002009-09-08T12:16:16.997+02:00Taquilla española del 4 al 6 de septiembreClica sobre la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SqYusgheWYI/AAAAAAAAAdY/SelSVcL8908/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 174px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SqYusgheWYI/AAAAAAAAAdY/SelSVcL8908/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5379038147120093570" border="0" /></a><br />Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-4084961630198125662009-09-03T11:42:00.000+02:002009-09-03T13:47:23.679+02:00Harry Potter y el misterio del Príncipe<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp-snHolZHI/AAAAAAAAAdQ/bCkVa0zovks/s1600-h/harry-potter-y-el-misterio-del-principe.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 264px; height: 176px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp-snHolZHI/AAAAAAAAAdQ/bCkVa0zovks/s320/harry-potter-y-el-misterio-del-principe.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5377206268167808114" border="0" /></a>Reconozco que empecé el primer libro de Harry Potter y lo dejé a la mitad. Mea culpa: desde aquí quiero confesarme, publicitar esta profunda tara en mi formación cultural ya que, lo admito, no conocer el Universo Potter en profundidad es, hoy por hoy, un serio obstáculo para vivir en el mundo. Quiero, no obstante, dejar claro que no tengo ninguna manía al mago gafotas, como tampoco siento ningún rechazo por todos esos libros que HAY que leer y que yo he dejado a las cien páginas (desde <span style="font-style: italic;">El código Da Vinci</span> hasta <span style="font-style: italic;">La sombra del viento</span>, pasando por <span style="font-style: italic;">El Señor de los Anillos</span>). Si ni he podido con ellos seguramente no será por la falta de talla artística y literaria de estas obras magnas sino, simplemente, porque en este mundo sobresaturado culturalmente uno se ve obligado a elegir. Y, bueno, en mi caso (y por razones que no vienen a cuento) siempre he encontrado otras cosas para leer o escuchar que, algunas muy publicitadas y otras no tanto, me han parecido más merecedoras de ocupar mi tiempo. Ya se sabe: cuando tienes mucho entre lo que escoger, tienes también mucho entre lo que prescindir y, aunque a algunos les interesa tenernos continuamente esclavizados a su catálogo IMPRESCINDIBLE de best-sellers, yo ya hace tiempo que me saqué ese estrés de encima y decidí que uno lee, escucha o ve lo que buenamente puede y le apetece.<br /><br />Todo este rollo preliminar viene a cuento de que, a la hora de valorar la saga cinematográfica de Harry Potter, el que subscribe se acerca a la pantalla con un seria falta de <span style="font-style: italic;">background</span>. Lo cual, en este caso, tiene su lado positivo y su lado negativo. Entre lo bueno de no haber leído a la señora Rowling está la posibilidad de plantarse virgen ante la historia y los personajes y, por tanto, llegar ante los films como, creo, debe uno llegar: pidiendo que le convenzan. Lo que pasa (y esta es la parte negativa) es que la saga Potter depende a veces en exceso de que el público sea SU público, es decir, que llegue previamente convencidito de casa. Y la propuesta pues no acaba satisfaciendo ni a tirios ni a troyanos: los unos, porque no pillamos esos detallitos para <span style="font-style: italic;">connaisseurs</span>, y los otros porque debaten qué detallitos deben o no aparecer (cuando no reclaman la utópica incorporación de TODOS los detallitos) en cada film.<br /><br />La Operación Cinematográfica Potter está, por tanto, tan condenada a ganar dinero como a dejar siempre una subyacente sensación de insatisfacción. Creo, sin embargo, que los "extranjeros" de Potterlandia tenemos una ventaja con respecto a los fans: las películas tienen la oportunidad ante nuestros ojos ignorantes de reivindicarse como tal, como películas y no solo como ilustraciones de los libros (lo de adaptaciones, que sería lo ideal, no juega en esta liga).<br /><br />Y dicho esto, sí, vale, ya vamos al grano: ¿que qué tal <span style="font-style: italic;">Harry Potter y el misterio del Príncipe</span>? Pues regulín, regulín. A nivel cinematográfico, perdí el interés en la saga a partir de la tercera parte, sin duda la mejor de las filmadas hasta ahora e, incluso, un producto de cine fantástico turbio, denso, poético, oscuro, inquietante y polisémico disfrutable fuera de las coordenadas potterianas. La primera parte, como presentación, funcionaba a las mil maravillas, y la segunda era una digna consolidación de las bases que permiten, incluso hoy, mantener en pie con cierta dignidad a toda la serie. Porque, a partir de la cuarta entrega (e, insisto, siempre desde la perspectiva del "extranjero" de la Potterlandia literaria), uno se encuentra con productos subsidiarios de lo creado en la trilogía inicial, se encuentra en un punto de empantanamiento que si sigue funcionando es porque, la verdad, resulta muy goloso a la vista. Actualmente, y esta nueva entrega lo certifica, Harry Potter es más esclavo de un magnífico diseño de producción (grandes atmósferas, imaginativos decorados, ajustada utilización del digitalismo) que de una evolución argumental con cierto interés dramático.<br /><br />Porque, la verdad, lo de que los muchachitos y muchachitas de Hogwarts estén en la edad del pavo ha tomado un protagonismo tan excesivo que resulta molestamente baboso. Si a ello añadimos que Daniel Radcliffe y Rupert Grint son dos de los peores actores juveniles del panorama cinematográfico actual, el desajuste hormonal de sus personajes adquiere tintes grotescos que, lejos del humor amable que pretende destilar, se convierte en un elemento sin gancho una vez uno ha superado (como creo que así ocurre) su etapa SuperPop.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Harry Potter y el misterio del príncipe</span> destila una sensación de película de transición que apuesta por lo superficial (los besitos en las esquinas) y olvida lo esencial: esa batalla interna del protagonista que tanto juego daba en partes anteriores y que aquí se desplaza al pérfido Draco, verdadera estrella (no sé si de manera intencionada) de esta sexta parte. Toda esta indefinición crea una película difusa, que avanza a trompicones y que nunca amalgama sus diferentes líneas temáticas. De este modo, algunas de estas líneas destilan el magnetismo y la magia que la saga ha ido forjando (las reuniones Potter-Dumbledore), mientras que otras aparecen como molestos añadidos (ay, la servitud al libro y sus fans, deduzco) que entorpecen el desarrollo armónico del producto. Y así, cuando el culebrón <span style="font-style: italic;">teen</span> lo permite, despunta lo que, presumimos, será importante más adelante, aunque aquí no haya sabido serlo. Pues nada hay más deslavazado que esa aparición del Príncipe Mestizo o la nueva misión de Potter: encontrar, cual Indiana Jones de la barita mágica, unos objetillos mágicos que, esperemos, realmente sirvan para llenar de gasolina el aún bellísimamente cromado, pero actualmente agotado depósito de la saga.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-10580200160324223632009-09-02T09:23:00.002+02:002009-09-02T09:24:53.625+02:00Taquilla española del 28 al 30 de agostoClica en la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp4diAfLtqI/AAAAAAAAAdI/2W62CoKxP7s/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 170px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp4diAfLtqI/AAAAAAAAAdI/2W62CoKxP7s/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5376767475210499746" border="0" /></a>Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-86127826757497254792009-09-01T14:36:00.014+02:002009-09-02T09:38:06.052+02:00Mapa de los sonidos de Tokio<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp0WKwcIV-I/AAAAAAAAAdA/qERAYfu00aU/s1600-h/Mapa_de_los_sonidos_de_Tokio_-_500_-_08.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 278px; height: 185px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sp0WKwcIV-I/AAAAAAAAAdA/qERAYfu00aU/s320/Mapa_de_los_sonidos_de_Tokio_-_500_-_08.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5376477904207632354" border="0" /></a><span style="font-family:georgia;"><span style="font-family:arial;">No falta de nada: la sensibilidad para masas elitistas que recorre cada gorgorito de Antony & The Johnsons; los planos desenfocados y movidos que pretenden arraigarse en lo <span style="font-style: italic;">indie</span> y que, en realidad, son puro mimetismo esteticista; los guiños d'<span style="font-style: italic;">auteur</span> demasiado autoconsciente (ese hombre-maceta que, suponemos, pretende conectar el universo de Coixet con el frikismo cool de Spike Jonze y compañía) y, claro está, las lavanderías... En fin, que en <span style="font-style: italic;">Mapa de los sonidos de Tokio</span> se reúne todo aquello que provoca profunda urticaria cinéfila a este humilde antifan del trabajo tras la cámara de la directora catalana. Y sin embargo, aquí me tienen rendido ante su última obra porque, finalmente, Coixet parece haber encontrado su voz propia.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Echemos la vista atrás. La de Coixet ha sido una carrera dedicada al camaleonismo estilístico que, en la superficie, se ajusta siempre a lo que toca para demostrar al mundo (y a sus exegetas gafapasta) que está muy en la onda. A continuación, se le inyecta al producto un poco de bótox trascendente (via Philip Roth, Alcoforado... los Beach Boys) y, bueno, pues la cosa se va pareciendo más a una peli y menos a un spot de esos poéticos que tantos premios se llevan en los festivales publicitarios. Lo que ocurre, como a todo rostro embo(tox)tado, es que su belleza, de tan forzada, de tan incesantemente buscada, resulta del todo superficial, marcada en el caso del cine de Coixet por la propia artificialidad de su forma pornográficamente "sensible" (o sea, ese tono <span style="font-style: italic;">artie</span> puesto ahí para que se vea, y se vea bien). En ese contexto, que una chica se muera, que a un tipo se le haya quemado la cara o que un profesor universitario se enamore de una alumna son un puro trámite para que Coixet pueda hacer su videoclip sin remordimientos de conciencia.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Y, mira por donde, viene ahora con <span style="font-style: italic;">Mapa de los sonidos de Tokio</span> y lo trastoca todo. Tras años y años de querer venderse como la directora intelecto-moderniqui de España, decide finalmente hacer un ejercicio de autorreflexión y (¿será la madurez, personal o creativa?) asumir que la suya es una obra-simulacro. De esa honestidad nace toda la fuerza subyugante de su última película, que acepta sin miedo su condición de ejercicio de estilo para, vía el tópico, el formalismo, la cita cinéfila y el fetichismo pop llegar a una verdad emocional que, en films anteriores, se adjuntaba de manera forzada a las imágenes y que, ahora, nace naturalmente de ellas.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Finalmente, la superficie del cine de Coixet es un camino abierto hacia ciertas profundidades emocionales. <span style="font-style: italic;">Mapa de los sonidos de Tokio</span> ya no es, qué alivio, el film de una chica muy leída. Es la película de alguien que, como decíamos, ha encontrado su propia voz y se siente cómoda con ella. Por eso la cinta parecerá tener menos "empaque" que <span style="font-style: italic;">Elegy</span> o <span style="font-style: italic;">La vida secreta de las palabras</span>. Tiene, sin embargo, algo mucho mejor y que, a diferencia de los films anteriores, acompaña al espectador aún después de haber finalizado la proyección: tiene honestidad, tiene sinceridad. Sí, Isabel, ¿ves cómo se pueden hacer películas bonitas, incluso muy de tendencias, sin que todo parezca impostado?</span><br /><br /><span style="font-family:arial;"><span style="font-style: italic;">Mapa de los sonidos de Tokio</span> va de una asesina a sueldo cuya misión es matar al propietario de una tienda de vinos, un catalán afincado en la capital nipona que acaba seduciendo a la protagonista. Si a esto le añadimos las calles húmedas, el neón, la trepidación cosmopolita y la presencia constante de la cultura de masas (desde gominolas a todo tipo de peluches y cachivaches tecno-kitsch), el terreno está abonado para que la pulsión más posmoderna de Coixet campe a sus anchas. Y, efectivamente, la directora usa y abusa (menos de lo esperado, también hay que decirlo) de todo ese material, pero hay ahora una voluntad de construir algo a partir de ello, no una simple delectación <span style="font-style: italic;">cool</span>.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">Coixet opera en esta ocasión desde los arquetipos para encontrar lo que albergan de verdad, y no parte, como hasta ahora, de la verdad para convertirla en un arquetipo de consumo <span style="font-style: italic;">chic</span> orientado a públicos orgullosos de ver solo películas en VO. Y por este nuevo camino, la cineasta se encuentra con una reflexión de mayor calado que sus grandilocuencias anteriores: se hace muy difícil amar, seguramente imposible, en un mundo que en realidad es un decorado, una mentira, un simulacro, pura forma de consumo. Como ese Tokio que aparece en una escena y en el cual, a la salida del metro, los desconocidos se besan o se gritan, dependiendo de si es el Día del Beso o el Día de la Ira.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;">En este universo formal y formalista no extraña que los personajes se nos presenten parcialmente, sin datos que den grosor a su bidimensionalidad de arquetipo. Y ese desdibujamiento no es aquí un defecto. De echo, el sentido último de estos personajes es su bidimensionalidad como estrategia para sobrevivir, como escudo protector frente a una realidad que no admite una tercera dimensión. Un plano, uno de los planos más bonitos y a la vez más sencillos del cine de Coixet, muestra a la pareja enamorada perdida entre la muchedumbre que camina por Tokio. Y son aparentemente felices, pero esa felicidad se percibe, como ellos, fantasmal, postiza. Es una felicidad funcional, como esos encuentros sexuales que mantienen en la habitación de un hotel que reproduce el vagón del metro de París y que, consecuentemente, garantiza amor de postal, amor topificado, amor de mentira. El único amor al que parecemos destinados en esta época fascinada por la superficie y que el narrador del film, un técnico de sonido, esquiva escuchando solo voces, ruidos y conversaciones. Nada de imágenes.</span><br /><br /><span style="font-family:arial;"><span style="font-style: italic;">Mapa de los sonidos de Tokio</span> es, por tanto, una emocionante reflexión sobre amar (o la imposibilidad de amar) hoy. Pero es también un proceso de autoconocimiento autoral, como si en Japón Coixet se hubiese encontrado dolorosamente cara a cara con su propia y contradictoria desdicha: vivir, ella que siempre quiso ser profunda, fascinada y esclavizada por lo superfluo. Afortunadamente, de esa contradicción extrae, ya era hora, material para explicar algo. Algo que se explica no porque sea trascendente, importante, moderno o intelectualmente legitimizado, sino porque es algo que apetece contar. Porque nace de dentro y porque, solo por eso, merece ser contado.</span><br /></span><span style="font-family:georgia;"></span>ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-78549878823894654822009-08-18T11:22:00.000+02:002009-08-18T12:03:31.054+02:00Enemigos públicos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sop5FEcxULI/AAAAAAAAAcw/hQbMGuSaBc8/s1600-h/Enemigos+publicos+-+500+-+02_1.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 277px; height: 184px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sop5FEcxULI/AAAAAAAAAcw/hQbMGuSaBc8/s320/Enemigos+publicos+-+500+-+02_1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5371238633593458866" border="0" /></a>Existen películas que se cocinan a fuego lento delante de nuestros ojos. Lejos de ser películas que se presentan acabadas, etiquetadas y listas para el consumo, obras como <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> proponen otro pacto gastronómico-cinéfilo con el espectador: junto a la historia, y convertida casi en "otra historia" tan o más importante, asistimos a la fabricación del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">film</span>, somos testigos de un proceso de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">construcción</span> que va amalgamando los sabores y las texturas, que nos invita a ir probando el plato mientras se cocina. Que nos hace, en definitiva, copartícipes de una experiencia que no <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">olvidaremos</span> al salir del cine, pues el sabor excelso que se nos queda en la boca al final lo es más precisamente porque hemos ido masticando lo que en principio parecía soso y sin sabor.<br /><br />Porque, al principio, <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> parece un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">film</span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">gángsters</span> como cualquier otro. Muy bien realizado, muy <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_5">rigurosamente</span> planificado, muy poco gratuito en sus elecciones estéticas (desde ese sonido embotado, onírico, marca de la casa, hasta la coherente utilización de las texturas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">hiperrealistas</span> del vídeo de alta definición). Pero, aún con todo eso, que ya sería suficiente para degustar buen cine tal y como está la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">cosica</span> hoy en día, tenemos la incómoda sensación de que <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> arranca algo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">crudita</span>, como faltada de hervor. Y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Michael</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Mann</span> no parece dispuesto a salpimentar el plato antes de que el condimento responda realmente a su propósito, a su visionaria idea de lo que ha de ser el plato y que, al final del la película, con el paladar sabiamente preparado, se hace <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">magistralmente</span> diáfana.<br /><br />Por eso, la mitad del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">film</span> se muestra tan distante, tan enigmática, tan arisca al espectador, que busca un asidero al que agarrarse y no lo encuentra. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Mann</span> rehuye <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">taxativamente</span> las descripciones <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">psicologistas</span> (sabemos los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">cómos</span>, pero no los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">porqués</span> de los personajes), el afán <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">historicista</span> o las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">servidumbres</span> siempre tan agradecidas de las recreaciones retro, que apelen a nuestra memoria y sobre todo, a nuestra <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_20">nostalgia</span> cinematográfica.<br /><br />Nada de eso hay en <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> porque, a medida que el director muestra sus cartas (o más correctamente, va encajando las piezas de su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">puzle</span>), queda cada vez más claro que con su nueva obra pretende romper la baraja, imponer nuevas reglas y explicar las cosas sin <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">esclavizarse</span> a la mítica del viejo cine clásico, la revisión histórica o el análisis del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">comportamiento</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">outsider</span>. Es como si <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Mann</span> pusiera el reloj a cero y quisiese explicarnos el nacimiento de un mito (ese <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Dillinger</span> atracador de bancos que trajo de cabeza al gobierno de los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">EUA</span> en los años 30) sin tener por ello que recurrir a visiones, estilos, posicionamientos... tradiciones anteriores.<br /><br />Desde luego, <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> no es, ni lo pretende, una abstracción experimental. Tiene, como todo el cine de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">Mann</span>, un ojo claramente puesto en la taquilla (ahí está <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Depp</span>, espléndido administrando su 50% de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">actorazo</span> y su 50% de estrella), pero uno tiene la sensación de estar viendo un cine cien por cien <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">made</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">in</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Hollywood</span></span>... hecho como nunca se había hecho antes. Y no porque su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">planificación</span> con la cámara al hombro o el vídeo en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">HD</span> parezcan herencia de la era YouTube. Bien al contrario: esta apuesta por las nuevas tecnologías y un estilo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">semidocumental</span> no son aquí un ejemplo de vana contemporaneidad, sino la búsqueda de un nuevo clasicismo, de un intento por poner orden al caos audiovisual que nos envuelve y nos invade. Como decía, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Mann</span> y su película proponen un esfuerzo continuo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">construcción</span>, quizás de una nueva modernidad que devuelva al cine lo que otros directores cobardes (Van <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Sant</span> y toda esa camarilla de cineastas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">revolcándose</span> gustosos en el cenagal de su propia <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">desorientación</span>) le han arrebatado: su capacidad de seguir investigando, de seguir luchando por explicarnos un mundo cada vez más difícil de explicar.<br /><br />De este modo, como espectadores somos los receptores de la generosa oferta de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Mann</span>: nos propone hacer con él un camino laberíntico y disperso (la cinta funciona más bien a partir de grandes <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">sets</span> temáticos, que se suman en vez de fluir) y que nos ha de llevar a esa última media hora <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">arrebatadora</span> que, de manera retroactiva, da sentido a todo el trayecto recorrido. Un trayecto que es el de la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">construcción</span> de una historia, en estos momentos en los que las historias no cotizan al alza. Un trayecto que es el de la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">construcción</span> de un mito que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Mann</span> hereda ya mitificado y que, aquí, desactiva para mitificarlo de cero, a su manera. <span style="font-style: italic;">Enemigos públicos</span> es, en definitiva, la película de todos estos procesos.<br /><br />Y <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_48">seguramente</span> por ello, por ese componente de búsqueda, de viaje arduo que reside en el corazón de la cinta, encontramos en los ojos llorosos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_49">Marion</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_50">Cotillard</span> el eco de otro plano final. El plano final de, claro está, otro <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_51">film</span> de modernidad en perpetua <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_52">construcción</span>. Porque en los ojos llorosos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_53">Marion</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_54">Cotillard</span> resuenan en cierto modo las palabras de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_55">Martin</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_56">LaSalle</span> que cerraban el <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_57">Pickpocket</span></span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_58">Robert</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_59">Bresson</span>: "Qué extraño camino he tenido que recorrer para llegar a ti". Imposible encontrar una meta más clásica que siga, sin embargo, siendo más radicalmente nueva.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-15003179613987831912009-08-18T10:07:00.000+02:002009-08-18T12:09:07.414+02:00Taquilla española del 14 al 16 de agostoClica en la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sop9iHjOviI/AAAAAAAAAc4/sm0TmB0WGgs/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 186px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sop9iHjOviI/AAAAAAAAAc4/sm0TmB0WGgs/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5371243530688577058" border="0" /></a><br />Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-46988667504131422442009-08-14T10:10:00.005+02:002009-08-14T11:06:11.882+02:00Ed Helms en "Resacón en Las Vegas"<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoQt_J5QZtI/AAAAAAAAAco/4I08QTOKZKc/s1600-h/Resacon_en_Las_Vegas_-_500_-_01.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 274px; height: 182px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoQt_J5QZtI/AAAAAAAAAco/4I08QTOKZKc/s320/Resacon_en_Las_Vegas_-_500_-_01.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369467218743551698" border="0" /></a><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">"ERES DEMASIADO ESTÚPIDO COMO PARA QUE TE INSULTE"</span> </span><br /><br /><br /><br /><br /><br />Apliquen esta misma máxima a la película.<br />(Por cierto, Ed Helms es el que lleva gafas en la foto).ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-23699541753347283952009-08-11T12:32:00.001+02:002009-08-11T17:38:45.557+02:00Nueva York para principiantes<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoFIKwwzGeI/AAAAAAAAAb4/MaHY-ZwEECc/s1600-h/nueva_york_para_principiantes.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 272px; height: 181px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoFIKwwzGeI/AAAAAAAAAb4/MaHY-ZwEECc/s320/nueva_york_para_principiantes.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368651580527811042" border="0" /></a>El famoseo, la jet set, la clase alta o llámenlo como quieran (pero sin perderles el respeto, que ellos, aunque cueste creerlo, también son seres humanos) ha desarrollado una serie de estrategias evolutivas para, como toda especie preocupada por su supervivencia, hacer frente a estos tiempos tan aciagos. Aunque no puedan calificarse de medidas profundas (la profundidad es, por definición, imposible en el universo "osea, osea, qué fuerte"), sí son de una eficacia indiscutible. Lo cual no deja muy bien parada la inteligencia de ese vulgo que, en mayor o menor medida, se traga sin rechistar películas como <span style="font-style: italic;">Nueva York para principiantes</span> y encima sale convencido de haber asistido a una incisiva crítica de la estupidez endémica que invade Hollywood. Cosa que, evidentemente, no es. ¿Y qué es pues <span style="font-style: italic;">Nueva York para principiantes</span>? Pues sí, es una de esas estrategias que comentaba al inicio y que el pijerío ha desarrollado para seguir perpetuando el <span style="font-style: italic;">status quo</span> que tanto ama.<br /><br />La jugada consiste en afearse al máximo para evitar que cualquier mindundi sienta la tentación de querer ser como ellos y consiga, de este modo, quitarles el puesto. Porque esa es la paradoja de la existencia capitalista: su propia esencia, lo que permite que nazca, crezca y se reproduzca es algo tan poco elitista como la democracia, que nos hace hombres libres para poder trepar, pisotear y, en definitiva, triunfar a costa de otros. Sólo así pervive el capitalismo: fomentando el canibalismo entre sus hijos. De modo que si quieres seguir ahí arriba, procura que nadie desee realmente ocupar tu puesto.<br /><br />Por eso, el glamour actual se ha reformulado para ser pues, no sé, más así, más de calle, más casual, más como tú y yo. O directamente para resultar odioso, como en esta peliculilla de gente superficial que permite dar rienda suelta a la mofa y el escarnio más evidentes. De ello se encarga el periodista protagonista, quien aparentemente pone en solfa la podredumbre del "universo-papel couché" cuando, en realidad, lo único que hace es taponar la entrada con sus invectivas "críticas" para, de este modo, ser el primero de la fila cuando abran la puerta al paraíso del lujo, la fama, el egocentrismo sin remordimientos y todo eso que debemos alejar de nuestras vidas para, según este tipo de cine, seguir siendo felices.<br /><br />Uno creía que el chiringuito, de tan obvio y de tan simplón caería por su propio peso, pero leo las críticas (qué quieren que les diga, uno tiene estos arrebatos s/m) y a todos (salvo honrosas excepciones) parece haberles impactado el valor de los guionistas y del director a la hora de mostrarnos modelos idiotas, editores déspotas, agentes manipuladores y directores de cine snobs. ¡Fíjense qué fauna más novedosa! ¡Si son puros arquetipos, simplistas recursos tópicos que, de tan sobados, ya no utilizan ni los Morancos! Y aquí resulta que son lo más de lo más ácido y sarcástico.<br /><br />Definitivamente, la estrategia les está saliendo a las mil maravillas: a la plebe nos venden que los jazucci pues, chica, que tampoco son para tanto, y a los medios de comunicación, vía los periodistas, les cuelan que son el <span style="font-style: italic;">putching ball</span> contra el que golpear "intelectualmente". Y así, mientras los unos se resignan a comprar en el Dia y los otros creen que están ridiculizando el <span style="font-style: italic;">modus vivendi</span> de los poderosos, la vida sigue igual (¡cuánto sabe de esto Julio Iglesias!).<br /><br />Que los responsables del film tengan la desfachatez de invocar el recuerdo de <span style="font-style: italic;">La Dolce Vita</span> responde, única y exclusivamente, a esta tendencia de cierto cine comercial a dotarse de supuesta legitimidad artística utilizando la cita, aunque no la referencia. Porque aquí sale la peli de Fellini para armar un par de escenas románticas, darle a todo un tono más chic y pare usted de contar. No hay en <span style="font-style: italic;">Nueva York para principiantes</span> nada del asco ni de la bilis que supuraba el clásico felliniano, simplemente porque Simon Pegg mira con cinismo allí donde Fellini miraba con odio. Y por eso <span style="font-style: italic;">Nueva York para principiantes</span> es otro gran triunfo del <span style="font-style: italic;">homo marbelliensis</span>: gracias al cine (recuerden también <span style="font-style: italic;">El diablo viste de Prada</span>), gracias a la tele (vean <span style="font-style: italic;">Dónde estás corazón</span>, ejemplo de en lo que ha acabado el periodismo) y gracias a la maquinaria promocional (para entendernos: lo que sería esta critica cinematográfica fofa de hoy en día), los que confunden el candelero con el candelabro han conseguido que nos riamos cínicamente de ellos. Pero no que los odiemos.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-25285683761814954062009-08-11T11:31:00.000+02:002009-08-11T12:33:23.379+02:00Taquilla española del 7 al 9 de agostoClica en la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoFIqc-tdgI/AAAAAAAAAcA/4jL80TfpnPc/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 187px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SoFIqc-tdgI/AAAAAAAAAcA/4jL80TfpnPc/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5368652124973266434" border="0" /></a><br />Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-55194359167784790152009-08-06T10:11:00.013+02:002009-08-06T11:40:53.105+02:00Dileep Rao en "Arrástrame al infierno"<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnqjzJoHq3I/AAAAAAAAAbo/eNIIAqKXb-0/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 211px; height: 202px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnqjzJoHq3I/AAAAAAAAAbo/eNIIAqKXb-0/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5366782005118217074" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >"TE SORPRENDERÁS DE LO QUE ERES CAPAZ DE HACER."</span><br /><br />(...para librarte del diablo, deberíamos añadir, pues esa es la frase completa que le dice un vidente a la protagonista de <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Arrástrame</span> al infierno</span>. La pobre es víctima de una maldición y, tras consultar numerosa <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">bibliografía</span>, el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">medium</span> le propone medidas muy extremas para poderse zafar del mal <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">fario</span>. De todos modos, hemos acortado la frase porque así, más <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">generalista</span>, menos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">contextualizada</span>, sirve a la perfección para resumir las pretensiones teóricas del nuevo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">film</span> de terror de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">Sam</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Raimi</span>.<br /><br />Sí, han leído bien: hemos puesto "pretensiones teóricas" junto a "<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">film</span> de terror" y, ¡albricias!, no se han oído carcajadas de fondo. Lo que hasta hoy parecía imposible (inteligencia + cine de miedo <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">desacomplejadamente</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">palomitero</span>) se hace realidad en esta gozosa serie B que bien podría formar parte de un especial de la mítica serie <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">The</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Twilight</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Zone</span></span>. ¿La recuerdan? Sus cuentos fantásticos tenían el poder de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">inquietarnos</span> con cuatro duros, sobre todo porque confiaban en destilar el terror a partir de la trama, los ambientes y los personajes, y no a partir del cansino recurso del psicópata-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">acuchillador</span>-a-ritmo-de-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">videoclipantes</span>-<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">flashes</span>-audiovisuales.<br /><br /><span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Arrástrame</span> al infierno</span>, en resumen, juega en la liga del fantástico entendido como herramienta para reflexionar sobre nuestra naturaleza, y no como excusa para montarnos en un <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_20">túnel</span> de terror plagado de sustos baratos. Por eso, la película atrapa: te interesa lo que le ocurre a los personajes y, volviendo a la frase que encabeza el texto, te enfrenta a esa parte no demasiado agradable del ser humano, la que es capaz de hacer cosas que nunca hubiese imaginado. Cosas que, en el fondo, responden a ese <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_21">egoísmo</span> salvaje que nuestra sociedad actual ha convertido en "valor en alza". Así pues, que nuestra protagonista trabaje en un banco (o sea, en una sede de ladrones <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">extorsionadores</span> convertidos en "necesidad social") no es desde luego una idea argumental gratuita.<br /><br />La película, por tanto, tiene mucho de cuento moral, y esa base es la que aporta solidez al resto. Un resto que no es moco de pavo: es un endiablado carrusel de tensión que, sin renunciar al golpe de efecto <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">gore</span>, entiende la casquería como clímax a un mal rollo previamente cocinado a fuego lento, y no como un fin en sí mismo. A ello debe sumarse un esquinado sentido del humor que ayuda a destensar el ambiente para que, eso sí, lleguemos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">fresquitos</span> al próximo susto. ¡Qué diferencia con ese cine de terror acumulativo que confía, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">equivocadamente</span>, más en la saturación que en la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">dosificación</span>!<br /><br />Finalmente, esos apuntes cómicos sirven para recordar a los aficionados lo mucho que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">Raimi</span> le debe a los <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">cartoon</span></span> de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Chuck</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Jones</span>, cuya cruel manera de mostrar la crueldad con el otro (<span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_31">véase</span> las "caricias" que se prodigan el coyote y el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">correcaminos</span>) se aligeraba con un corrosivo, anárquico y catártico sentido del gag. Que es lo que, en resumen, podría definir este cruce entre <span style="font-style: italic;">Posesión infernal</span> y <span style="font-style: italic;">Ola de crímenes, ola de risas</span>. Un cruce sazonado con una afinada mirada al <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">comportamiento</span> humano que, incluso salpicado de humor, siempre tendrá un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">trasfondo</span> realmente terrorífico.)ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-44394015587702158252009-08-04T10:16:00.001+02:002009-08-04T10:36:23.029+02:00Up<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnfvOzKXdhI/AAAAAAAAAbY/IcGBdBPL-ZA/s1600-h/up_pixar.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 256px; height: 196px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnfvOzKXdhI/AAAAAAAAAbY/IcGBdBPL-ZA/s320/up_pixar.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5366020518566131218" border="0" /></a>Lo de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">Pixar</span> es <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">imparable</span>. Con <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">Up</span></span> vuelven a demostrar que llevan el cine en las venas. Que aún es posible devolver a la pantalla (y al espectador) la emoción primitiva, primigenia, que implica hacer algo tan mágico, tan <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">surrealista</span>, tan <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">inexplicable</span> como ver desfilar ante nuestros ojos a un puñado de vidas imaginadas, pero palpitando de manera muy real durante hora y media.<br /><br />Maravillosa. Como ya se lo habrán dicho por activa y por pasiva, amigo lector, yo no me voy a extender más. Tan solo les recomiendo que vayan a ver <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Up</span></span> (a ser posible sin niños) y que babeen un poco con su buen gusto, su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">elaboradísima</span> sencillez y su capacidad de ir directa al <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">corazoncito</span>. Por mi parte, quiero aprovechar estas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">palabrillas</span> para darle unas cuantas vueltas a otros aspectos, quizás colaterales, del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">film</span> pero que, espero, sirvan para aportar algo más que la manida retahíla de frases hechas (ciertas, pero en el fondo un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">pelín</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">sobadillas</span>) que loan la genialidad de la cinta.<br /><br />En primer lugar, quiero dejar claro que pese a su deslumbrante belleza, <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">Up</span></span> me parece inferior a su precedente <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Wall</span>·E</span>. Seguramente tiene algo que ver la ligera sensación de <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">déjà</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">vu</span></span> que, por momentos, campa por las imágenes del nuevo producto <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Pixar</span>. Vale, ellos han patentado (que no inventado) la fórmula y es justo que la exploten al máximo, pero hay en <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Up</span></span> un cierto discurrir mecánico que chirría ligeramente. Me refiero a la muy astuta manera de plantear la narración: primero se presenta a los personajes hasta conseguir atrapar a la platea; a continuación se desarrolla una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">aventurilla</span> que haga evolucionar los elementos apuntados en la primera parte y, finalmente, se llega a un clímax de indiscutible energía poética. En <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">Wall</span>·E</span>, el esquema se hacía diáfano y avanzaba <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">engrasadamente</span> de una etapa a otra. En <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Up</span></span> se hace evidente y, en la parte central, se encalla un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">poquillo</span>.<br /><br />Eso no es óbice para admitir que la primera media hora de la película es seguramente una muestra del mejor cine que hoy por hoy pueda crearse. La manera de utilizar las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">elipsis</span> narrativas para explicar la vida del <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">abuelete</span> protagonista y, sobre todo, la magistral táctica para dotar de sentido emocional a los objetos (una foto, una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">figurita</span>, un mueble...) demuestran que Pete <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26">Docter</span> y compañía han visto mucho cine (CINE, no cine) y que, lo mejor de todo, han sabido extraer de ello las lecciones exactas para resucitar una manera de explicar que los lerdos son incapaces de reproducir (ver <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27">prácticamente</span> cualquier estreno) y que los modernos más recalcitrantes (y <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_28">estomagantes</span>) creen haber superado (ver lo último de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_29">Gus</span> Van <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_30">Sant</span>).<br /><br />Ese clasicismo ancla <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_31">Up</span></span> a toda una tradición cinematográfica, pero sin esclavizar al producto, dejando que respire por él mismo hasta encontrar su propia <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_32">personalidad</span>, su propia manera de decir. Por momentos, sufrí una especie de cruce de cables y me venía a la memoria, cada vez que el protagonista salía al porche, al <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_33">Eastwood</span> de <span style="font-style: italic;">Gran <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_34">Torino</span></span>, pues ambas película beben en el fondo del mismo manantial de la eterna juventud creativa. Y el que suscribe, que como ya dije en alguna ocasión es un poco insaciable cuando se pone ante una pantalla, acabó soñando con un <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_35">menage</span> a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_36">trois</span></span> que, junto a los dos yayos mencionados invitase a la cama redonda a otro venerable <span style="font-style: italic;">senior</span>: <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_37">Hayao</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">Miyazaki</span>. Porque lo de la casa flotante propulsada por globos de colores es, me juego lo que sea, herencia suya y producto del confeso amor que desde <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Pixar</span> sienten por la obra del papá de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">Chihiro</span>.<br /><br />Quizás a causa de esta morbosa cópula imaginativa de genios acabé perdiendo el norte y no pude disfrutar del todo de la propuesta de <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Up</span></span>. Pensar en lo que <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Miyazaki</span> hubiese hecho con la historia me provocó más de un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">coitus</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">interruptus</span>, sobre todo al constatar que en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_45">Disney</span> siempre están más por darle cancha al sentimentalismo que a la fantasía extrema, irracional, salvaje y primitiva típica del cineasta nipón. Sí, no les negaré que de vez en cuando me sentía un poco incómodo ante las que, para mí, son (puntuales) derivas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_46">facilonamente</span> lacrimógenas que salpican el argumento de <span style="font-style: italic;"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_47">Up</span></span>.<br /><br />Qué quieren que les diga, lo de llevar la casa <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_48">literalmente</span> a cuestas, como una condena eterna que ata al protagonista a un pasado que se niega a superar, me resulta a veces una <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_49">metáfora</span> un poco <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_50">cutrilla</span>, por evidente. Pero hasta cuando se ponen un poco ñoños, los chicos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_51">Pixar</span> dan sopas con hondas a todos sus competidores en el campo de la animación (comparen, comparen con la tontada esa de <span style="font-style: italic;">Ice <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_52">Age</span></span>) y a buena parte del cine actual en general. ¿El truco? Su honestidad. Porque mientras nos relajan el lagrimal y nos estrangulan el nudo en la garanta, los responsables de la película parecen decirnos: "sí, a veces somos llorones y un poco cursis, incluso hasta políticamente correctos, pero no nos vamos escondiendo por las esquinas, no queremos engañar a nadie. No hacemos cine para comerte la cabeza con rancias apologías llenas de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_53">moralina</span> barata. Hacemos cine para que te emociones". Y entonces, absolutamente desarmado, el espectador responde: "¡Pues lo <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_54">conseguisteis</span>!".<br /><br />De nuevo.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-10381662022131739632009-08-04T08:28:00.000+02:002009-08-04T10:30:53.307+02:00Taquilla española del 31 de julio al 2 de agostoClica sobre la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnfxRxVQHfI/AAAAAAAAAbg/wLjIxkLR6ic/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 186px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SnfxRxVQHfI/AAAAAAAAAbg/wLjIxkLR6ic/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5366022768637779442" border="0" /></a>Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-34414205290565950122009-07-29T09:02:00.001+02:002009-07-29T09:29:51.930+02:00Pagafantas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm8zDkBStnI/AAAAAAAAAbQ/tptvJzr_rhQ/s1600-h/pagafantas_142_10.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 237px; height: 158px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm8zDkBStnI/AAAAAAAAAbQ/tptvJzr_rhQ/s320/pagafantas_142_10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5363561817523271282" border="0" /></a>Felicitémonos. El cine español está de suerte gracias al borboteante oxígeno, al aire fresco que sopla desde los fotogramas de <span style="font-style: italic;">Pagafantas</span>. Ya tenemos a la crítica mojando las butacas, y eso, qué quieren que les diga, pues da mucho gustito... sobre todo a Antena 3, que coproduce la cinta en cuestión y que lleva un año de love affaire con el cine español, gracias básicamente a la pasta que se está embolsando con <span style="font-style: italic;">Fuga de cerebros</span> y otras perlas cómicas de este, como decía, "oxigenado" nuevo cine español.<br /><br />Pues sí, qué placer poder respirar hondo y llenar nuestros pulmones con humor cafre y casposidad melancólica. De lo primero, por suerte, no abusa <span style="font-style: italic;">Pagafantas</span>. De lo segundo, por desgracia, ofrece a porrillo hasta obturar la pantalla de rancio setentismo y ochentismo que, lejos en mi caso de provocar cierta complicidad emocional, me lleva a ese estado de vergüenza propia (y ajena) típico de cuando te ves en el súper 8 de vacaciones con tus padres. Sí, éramos más jóvenes, pero no mejores, aunque tenemos aquí una generación de cineastas que vive encallada en la época del radiocasete Lavis y que pretende convertir tal atmósfera estética en marca de fábrica, en reivindicación de nuestro frikismo congénito. Eso sí, les sirve más de excusa para el compadreo cómplice-nostálgico (<span style="font-style: italic;">Pagafantas</span> y esa insoportable nueva moda de los <a href="http://www.youtube.com/watch?v=o7gy8Xvy2xs">anuncios casposo-idiotas</a>) que para la reelaboración mínimamente inteligente, mínimamente creativa, mínimamente irónica de lo que nos hace ser como somos (<span style="font-style: italic;">Muchachada</span> <span style="font-style: italic;">Nui</span>, cuyo espíritu se invoca en vano en el film a través de la participación de Julián López y Ernesto Sevilla).<br /><br />La verdad, no sé a qué viene esta obsesión por añorar aquellos viejos tiempos, sobre todo cuando aquellos viejos tiempos eran AQUELLOS viejos tiempos. Porque si me dices, no sé, que añoras a Billy Wilder (con quien algún crítico muy, muy osado ha conectado <span style="font-style: italic;">Pagafantas</span>), pues, hala, te alabo el gusto y te invito a que vivas eternamente en el pasado (ese pasado que sigue siendo aún futuro. En algunos casos, tal y como está la comedia y el cine en general, es hasta ciencia-ficción). Pero no, esta historia del eterno buenazo que siempre acaba siendo solo el amigo de la chica a la que ama en secreto viene llenita de "experiencias de juventud" que, supuestamente, harán tilín en cualquiera que, naturalmente, haya vivido la misma época y comparta el mismo background que el protagonista.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Pagafantas</span> no consigue en ningún momento que el ínclito interpretado por Gorka Otxoa traspase el status de arquetipo y sirva para decirnos cosas sobre el amor, el fracaso del amor o cualquier otro concepto que palpite humanidad y que, en ese caso, no necesitaría de chistes ni referencias generacionales para llegar hondo. Sea quien seas, hayas vivido lo que hayas vivido.<br /><br />Incluso yo que por edad, por entorno cultural soy el target del film y podría empatizar con el protagonista, no consigo engancharme a sus desventuras. No porque mi vida sentimental sea mucho mejor que la suya, sino porque el personaje está tan desdibujado, tan desprovisto de complejidad emocional que sus patochadas de intencionalidad simpática acaban resultado tontadas merecedoras de "un buen sopapo, a ver si espabilas". Y si no tienes personaje principal al que agarrarte, tampoco puedes engancharte a ninguno de los secundarios, que son o puras niñitas gritonas de cerebro efervescente (la chica que tiene loquito a nuestro chico) o fracasados emocionales que, a excepción del personaje de Óscar Ladoire, más que tiernos, como se pretende, resultan patéticos. ¿O quizás era esa la pretensión del director, hacer una película plagada de sosos antipáticos? Pues le ha salido redonda. Y eso no es un elogio: hasta el personaje más cabrón de la filmografía de Wilder, ese director al que se parece invocar de vez en cuando desde la pantalla, tiene más chispa, más personalidad, que cualquiera de los que deambula por <span style="font-style: italic;">Pagafantas</span>.<br /><br />Tengo la sincera sospecha de que Pagafantas es un corto alargado. El director se vale para ello de diferentes sets cómicos de desigual fortuna, pero que en nada contribuyen a hacer avanzar la trama. Queda clara la procedencia televisiva del director, formado en formatos cómicos basados en sketches, pues su puesta de largo no pasa de ser, en el fondo, un <span style="font-style: italic;">¡Vaya semanita!</span> monotemático sobre los infortunios del amor. Hasta el mismo guión enfatiza esta idea episódica tirando de una serie de insertos que nos hablan de las tipologías de los enamoramientos utilizando un look y una narrativa digna de los documentales de Rodríguez de la Fuente (agggg! el pasado otra vez!). Como idea puede resultar hasta graciosa, pero olvida Borja Cobeaga que tiene a unos personajes que deben respirar y transformarse por sí solos y no como simples marionetas al servicio de su idea cómica... e ingeniosa (?). Y es por ello que ese final, supuestamente amargo, desencantado y personal (ahora va a resultar que el antihappy end es la mar de radical) pierde toda su eficacia pues no responde a la evolución lógica de los personajes y sus sentimientos (de hecho, aquí no hay evolución de ningún tipo) sino a la mecánica del escritor de piezas cómicas cortas, esas en las que el gag es producto de un concepto o una idea cómica. Lo que se dice un chiste, vaya. Y ya sabemos que lo peor que se puede hacer con un chiste es alargarlo y alargarlo, como ocurre en este caso.<br /><br />Vale, <span style="font-style: italic;">Pagafantas</span> no es aburrida (bueno, un poquillo sí) y tiene alguna que otra burrada para el recuerdo, pero carece de historia a la cual hincarle el diente. Y así, mientras da vueltas y vueltas entorno al mismo punto, la película parece buscar su redención apostando por lo simpaticote. Decisión que acaba por perderla porque, como todo buen pagafantas debería saber, cuando te dicen que la chica es muy simpática es porque, seguro, seguro, te quieren emplumar a la más fea.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-39992310886452128162009-07-28T13:12:00.002+02:002009-07-28T13:15:03.477+02:00Taquilla española del 24 al 26 de julioClica en la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm7doYOZz8I/AAAAAAAAAbI/X0RfjlC1EQI/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 186px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm7doYOZz8I/AAAAAAAAAbI/X0RfjlC1EQI/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5363467892012208066" border="0" /></a><br />Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-30084021874492484212009-07-26T12:25:00.007+02:002009-07-27T12:15:53.881+02:00Paranoid Park<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm18w851v9I/AAAAAAAAAbA/Yma2b36BqRY/s1600-h/skw_ParanoidPark_01.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 320px; height: 214px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/Sm18w851v9I/AAAAAAAAAbA/Yma2b36BqRY/s320/skw_ParanoidPark_01.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5363079911692419026" border="0" /></a>Aquí tenemos de nuevo al poeta de la nada. O, para ser más precisos, al poeta de la nadería porque, intentado capturar el vacío existencial de nuestros jóvenes (esto va de un skater, de su día a día, de sus papis al borde del divorcio y de un homicidio), el pobre Gus Van Sant acaba sucumbiendo también a ese vacío, que en su caso es esterilidad emotiva y, en el fondo, esterilidad creativa.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Paranoid Park</span> no es nada, y de eso hace su bandera artística. Pues muy bien, esa es su elección creativa y, desde luego, no somos nadie para criticarla si se presenta mínimamente argumentada. Pero como espectadores cada cual tiene el derecho a exigir algo a cambio no ya de su dinero sino a cambio de su buena fe, de la aceptación del contrato comunicativo que se establece entre el artista y el lector de su obra. Y en este caso, como en <span style="font-style: italic;">Elephant</span>, como en <span style="font-style: italic;">Last Days</span>, el que suscribe no recibe el alimento suficiente como para saciar el hambre canina con que, por defecto, se coloco siempre ante la pantalla. <span style="font-style: italic;">Paranoid Park</span> es una gominola, una nube de esas de azúcar cuya composición es aire en un 90 por ciento. Y que resulta dulce, y que resulta llamativa, pero que nada aporta a quien busca en el cine algo más que una pose, que un vano intento por ser <span style="font-style: italic;">cool</span>, que un, si me apuran, forzado conceptualismo metacinematográfico que tantos orgasmos provoca en esa crítica <span style="font-style: italic;">in</span> tan insaciable en su búsqueda de nuevos paradigmas y profetas de la imagen.<br /><br />Porque, a lo sumo, lo que ofrece <span style="font-style: italic;">Paranoid Park</span> es un vaciado de la experiencia cinematográfica que, de acuerdo, puede argumentarse teóricamente e incluso puede dar pie a complejas, esclarecedoras y productivas reflexiones sobre la frustración que provoca nuestra incapacidad actual a la hora de entender y ordenar la realidad que nos rodea a través del cine. Pero ese concepto, qué quieren que les diga, hace tiempo que los más viejos del lugar ya lo llevamos digiriendo. Y los más jóvenes, pues ya conviven con él de serie. Que a estas alturas, Van Sant necesite hora y media de tedio para hablarnos del tedio resulta, claro, tedioso y, aún peor, facilón y superficial. No pondré en duda las muchas ideas que el director desperdiga a lo largo de su película, pero hay varias cosas de su propuesta que -y admitámoslo, quizás sea un problema personal- me irritan seriamente hasta el punto de hacerme desconectar de la película.<br /><br />Por un lado, tenemos ese alejamiento con respecto a lo que explica que, más que una renuncia a juzgar lo que retrata me parece pura y simple cobardía. Me parece simplemente la muestra patética de un artista que se da por vencido, que renuncia directamente a seguir buscando. Y a mí, esos artistas no me interesan. Y ahora voy a hacer lo que tanto teme hacer Van Sant (y toda esta generación de almas perdidas con los pantalones caídos y los calzoncillos al aire): tomar partido, sentar cátedra sin miedo a equivocarme, sin miedo a ese diálogo que películas como <span style="font-style: italic;">Paranoid Park</span>, con su obsesiva e, insisto, cobarde cerrazón convierten en imposible. Sin miedo a ese diálogo que, en lo emocional y, por tanto en lo moral, tan conscientemente cercena Van Sant en sus películas. Así que aquí lo dejo dicho, para que me aplaudan o para que me piten: un artista intenta entender el signo de los tiempos, y la validez de su obra depende de cuántas pistas (acertadas o equivocadas) nos dé para entender lo que nos rodea. Gus Van Sant, en cambio, no puede reflexionar sobre ello porque, en el fondo, es producto de ese signo de los tiempos. Y -de nuevo entramos en lo personal- yo no voy al cine buscando cronistas. Busco visionarios.<br /><br />Porque por mucho que nos venda la moto sobre su discurso complejo entorno a esa juventud fantasma que se limita a pasar por la vida como un espectro, deslizándose por el asfalto con sus monopatines, lo de Van Sant es puro onanismo audiovisual, puro gozo, complicidad y, aún pero, complacencia con lo que retrata. Pura fantasmada, vaya. Y aunque la cosa le sale bonita (gracias al director de fotografía Christopher Doyle), uno no puede evitar enfadarse ante cosas como la caprichosa decisión de fragmentar y desordenar el relato. ¿Para qué? ¿para transmitirnos el caos mental del protagonista? ¿para hablarnos de un mundo sin orden? ¡Ja! Lo hace simple y llanamente porque resulta muy <span style="font-style: italic;">fashion</span>, pues creo lo suficientemente inteligente a Van Sant como para no caer en recursos expresivos tan baratillos.<br /><br />De igual manera, esos paseos por los pasillos del instituto al son de bonitas melodías <span style="font-style: italic;">indies</span>, esos desenfoques por los que mataría Isabel Coixet o esos virados fotográficos tan chachis aparecen y desaparecen por pura golosonería estética, sin otra función en la película que hacer babear a los coleccionistas de revistas de tendencias y/o de moda que siempre tienen niñitas esqueléticas con el rimmel corrido en la portada. Porque eso es en realidad <span style="font-style: italic;">Paranoid Park</span>: un nuevo álbum de fotos muy <span style="font-style: italic;">street</span> y de espíritu <span style="font-style: italic;">cool hunting</span> que invita a hacer lo que yo hago con todas estas publicaciones gratuitas que me encuentro por las tiendas de discos: pasar las hojas rápidamente, dejarse deslumbrar quizás por alguna página y, acto seguido, amontonarlas con el resto del papel para reciclar. Qué quieren: seré muy poco moderno, pero ahora me ha dado por el ecologismo.ubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6609969475515475385.post-2164127879388392622009-06-23T18:38:00.000+02:002009-06-23T18:39:45.214+02:00Taquilla española del 19 al 21 de junioClica en la parrilla para ampliarla:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SkEFHwVV_mI/AAAAAAAAAa4/d-F4VmmDmn8/s1600-h/Untitled-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 189px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_zZM9gEKBpo8/SkEFHwVV_mI/AAAAAAAAAa4/d-F4VmmDmn8/s320/Untitled-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5350563463084506722" border="0" /></a><br />Fuente: www.boxoffice.esubikhttp://www.blogger.com/profile/04322106984239754685noreply@blogger.com0