“TÚ NO QUIERES SER FELIZ, QUIERES SER NORMAL”
(Interesante reflexión la que plantea el personaje de Paco León al otro vértice masculino de un triángulo amoroso que, ¡alegría!, Joaquín Oristrell muestra con eficaz credibilidad emocional. Pero parafraseando... la frase, también le podríamos reprochar al director que haya preferido rematar la faena dentro de la normalidad antes que ser coherente con la complejidad de su propuesta. Porque durante las tres cuartas partes del metraje, nos reímos con el corazón encogido al ver la fragilidad que rodea a este trío perfectamente dibujado: una lo quiere todo, otro lo da todo y el otro la quiere solo para él. Desde la pantalla nos llega la sensación de que se complementan y se necesitan, aunque sufran a veces por ello, pero ese final más formulario que respetuoso con los personajes le resta energía a una relación que, como todas las relaciones, solo está viva cuando echa chispas.
Otro problema de Dieta mediterránea es que Oristrell aún ejerce más de guionista que de director: apuesta por una literaria voz en off que, además de reiterar lo que ya muestran las imágenes, parece pensada solo para colar algún que otro chiste y/o chascarrillo tan ocurrente como innecesario. Pero, en todo caso, estas disfunciones no consiguen eclipsar la vitalidad sin empalagamiento que campa por toda la cinta. Divertida y fresca, la cinta defiende con soltura el derecho a amar como se quiera, pues al final de lo que se trata es de ser feliz y de gestionar esa búsqueda de la felicidad como buenamente se desee o pueda. Porque como se dice en un momento del film, cada matrimonio es un mundo y, en este caso, ese mundo lo forman tres personas.
Finalmente, me congratula destacar el trabajo de los actores porque en este nuestro cine actual, plagado de intérpretes graciosillos pero falto de verdaderos actores cómicos, da gusto encontrarse con un Paco León a años luz del Isma de Aída. Igualmente estimulante es poder disfrutar de una Olivia Molina toda electricidad y, sobre todo, descubrir a ese gran valor que es Alfonso Bassave, una especie de Santi Millan, pero con talento. Y eso sin olvidar el sorprendente cameo de Usun Yoon, la inefable colaboradora de El Gran Wyoming en El intermedio.)
miércoles, 11 de febrero de 2009
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