martes, 28 de abril de 2009

Armin Mueller-Stahl en "The International"

"TODOS ESTÁN IMPLICADOS"

(La contundente confesión de uno de los malos del film podría hacernos pensar que TheInternational es una afilada mirada a la corrupción generalizada de nuestro mundo, pero no esperen encontrarse aquí con una especie de Syriana en clave bancaria. Sí, en la nueva película de Tom Tykwer las entidades financieras, los políticos y las guerras se hermanan para controlar el mundo, pero la exposición de estas realidades es, de tan obvia y conocida, bastante inofensiva. De hecho, entre analizar la podredumbre moral que nos envuelve o montar un eficaz thriller, la cinta se queda con la segunda opción, por lo que todo el entramado geopolítico-sociológico-moral está puramente al servicio de la intriga.

Y cabe decir que el conjunto es ciertamente eficaz. The Internacional, que relata la lucha de un investigador de la Interpol contra un poderoso banco aficionado a dar puntos estrella a golpistas y traficantes de armas, podría pasar por una parte más de la saga Bourne, solo que en este caso sí utilizan el trípode. Tom Tykwer nos pasea por medio mundo (curiosamente, los personajes NUNCA tienen jet lag) y teje la intriga con elegancia y momentos poderosos (la escena en el Guggenheim de Nueva York). Pero llega un punto en el que guionista y el director pretenden forzar la máquina y sacarle a su naranja más zumo del que puede dar. Entonces, ya en el último tercio del film, una serie de giros dramáticos intentan dotar a la acción de cierto poso reflexivo y derivarlo todo hacia una especie de reflexión moral sobre el papel de la justicia y el individuo.

Pero, entre que ya no queda tiempo y que la esencia del producto no era esa, toda la parte final se diluye como un azucarillo y se queda en una, en el fondo, infantil pataleta contra los poderes que todo lo controlan. Recuperando la conexión con las aventuras de Bourne, The International sigue demasiado aferrada al esquema de buenos y malos, y por ello no consigue lo que si conseguía su referente: hacer palpable al espectador la angustia de vivir en un mundo donde ya no está tan claro dónde encontrar a los buenos y dónde a los malos. ¿A ver si el personaje de Armin Mueller-Stahl va a tener razón y todos, hasta en el cine comercial, estamos implicados en la perpetuación de un sistema pestilente que, en el fondo, ya nos va bien?)

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