lunes, 19 de enero de 2009

Will Smith en "Siete vidas"

“EN SIETE DÍAS DIOS CREÓ EL MUNDO. EN SIETE SEGUNDOS, YO DESTROCÉ EL MÍO

(Kevin Smith defendía en Dogma que Dios era mujer; por su parte, Jim Carrey descubría que el Creador era negro y tenía las marcas de viruela de Morgan Freeman. Pues bien, ni una cosa ni la otra. La revelación ha llegado: ¡Dios es... Will Smith! Y para demostrarlo aquí está su último egotrip, que prácticamente arranca con esta bonita frase sobre el génesis y el apocalipsis. Esta misma frase, por cierto, es la perfecta hoja de ruta que permite leer lo que, en realidad, es Siete almas: el proceso de divinización de Smith que, no por casualidad, es el productor de este drama hecho a imagen y semejanza de lo que él quiere ser en Hollywood. O sea, el puto amo (y las cifras así lo confirman, todo sea dicho). De manera que, con esta historia de redención plagada de sacrificios mártires que no conviene desvelar aquí, el bueno de Will se convierte en todo un diosecillo dispuesto a dar vida por doquier y a reconstruir el mundo a base de lloriqueos, amor y generosidad. Aunque esto último, entre todo el tufillo autocomplaciente y autocompasivo que desprende el producto, sería bastante discutible. No obstante, no le negaremos a Siete vidas su elegancia formal y su parcial efectividad emotiva, aunque en la casilla del "debe" hay dos aspectos que lastran profundamente la cinta: los mohines de Smith cuando intenta soltar el lagrimal, y un guión del todo equivocado. Porque entrecruzar el devenir sentimental del personaje con una intriga con aroma a Shyamalan (pero fofa, estirada artificialmente, explicada a toda prisa hacia el final y, en el fondo, tan previsible como poco convincente) resta potencia a las decisiones trascendentales tomadas por el protagonista. En ese aspecto, el Smith de Siete vidas impacta mucho menos que el de En busca de la felicidad, su anterior y reinvindicable colaboración con el director Gabriele Muccino. Eso sí, si se trataba de divinizar al que empezó siendo Príncipe de Bel Air, la cosa funciona de manera matemática. Al fin y al cabo, se pasea por ahí decidiendo quién merece vivir y el mensaje final de la cinta es del todo diáfano: Will, siempre estarás en nuestros ojos y en nuestro corazón. Amén).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hablan mucho pero no dicen nada. Muy malo el trabajo que hicieron y la pelicula es bonita pero busco los motivos por el cuel es hacia esas cosas...

Anónimo dijo...

esta pelicula esta linda yo la miro y cada ves lloro el ase eso porque segun el se siente culpable de la muerte de las siete personas en el accidente en la que tambien murio su amor yo amo a will smith es el mejor lo mas trizte es cuando habla al hospital nooooooooo muy buena haha..:)

Anónimo dijo...

Es una pelicula muy bonita hace llorar pero cuales orillaron a smith hacer esta pelicula....