lunes, 15 de junio de 2009

Eva Mendes en "Cleaner"

"TODOS TENEMOS NUESTROS SECRETOS"

(Todos, incluso esta películilla, que esconde bajo su apariencia de obra prescindible algún que otro fulgor de buen cine. Sin embargo, el secreto de Cleaner al que nos referimos no se esconde en la trama, que tratándose de un thriller está, obviamente, plagadita de pistas falsas y sorpresas. El secreto de Cleaner está en la ajustada manera cómo, sin apartarse de su condición, sin estirar más el brazo que la manga, consigue dotar de cierta personalidad lo que no es más que un producto del montón nacido para formar parte de algún futuro pack de DVDs de acción. Sus costuras, su patronaje, son los de la serie B, y de haber intentado darle otro lustre, Cleaner se hubiese descosido de manera ridícula. El director Renny Harlin lo sabe y, sin forzar la máquina, pone todo su empeño en hacer buen cine para el olvido, entretenimiento efímero pero consistente. Ese es el secreto de Cleaner.

Ese y, naturalmente, Samuel L. Jackson, actor de la escuela que, haciéndome el graciosillo, he dado en llamar "salvapantallas" y que, curiosamente, encabeza junto a otro colega de profesión y raza: Morgan Freeman. Y es que coges al bueno de Samuel y lo colocas en el pestiño más supino que pueda imaginarse y, oye, pues como que el desastre no parece tan evidente. En este caso, además, como mínimo existe un personaje con entidad (un encargado de limpiar escenas de crímenes cuya eficacia, sin embargo, no le permite limpiar las manchas de su pasado) y un enigma criminal que se integra bien en los secretos que, como dice Eva Mendes, envuelven a todos los personajes.

De acuerdo, su discursete sobre la familia y la amistad está a los niveles de imbecilidad típicos del cine yanqui en su versión moralisticobíblica, pero realmente da la sensación que ese peaje es tan inevitable como los de las autopistas catalanas: hoy por hoy o lo pagas o no circulas por las vías rápidas del mainstream. Una lástima, desde luego, pero acostumbrados como estamos a ver tanto cineasta poniendo la directa para ser lo más rancio, baboso, efectista y vulgar posible, da cierta alegría encontrarse con un Renny Harlin que prefiere bajar las revoluciones del motor, ir por el carril de la derecha y enfilar la autopista del cine de usar y tirar con la dignidad del que, por lo menos, sabe a dónde quiere llegar.)

No hay comentarios: